IQNA

biografía del Imam Hussein (P)

10:13 - September 22, 2018
Noticias ID: 3502769
Iqna- Imam Hussein, el Señor de los Mártires (Saiid Ash–Shahada) ,Nació: El 13 del mes Santo de Sha’ban, del año 4 d.H.. mam Sadiq (P) aseguró: “Aquél que visite a Hussein (P) obtendrá más recompensa que la que pudiese obtener por cualquier obra buena.”

Hussein Ibn `Ali, la paz sea con él fue el segundo valiente hijo de `Ali Ibn Abi Talib (P) y Fátima Zahra’ (P). Cuando dieron la noticia del nacimiento del pequeño al Mensajero de Dios, éste se dirigió a casa de su querida hija y pidió a Asma’ que le trajera al recién nacido. Asma’ envolvió al infante en un lienzo blanco y lo puso en los brazos de su abuelo, el Mensajero del Islam (BPD), quien sin demora, pronunció el Adhan en el oído derecho de su amado nieto y el Iqamah en el oído izquierdo.

Fue en uno de los primeros siete días después de su nacimiento, que Gabriel –el honesto mensajero de Dios– se apareció y dijo a Muhammad (BPD):

“Saludos de Dios para ti ¡oh, Mensajero del Islam! Llama a este pequeño como fue llamado el hijo de Aarón ‘Shubair’ o sea Hussein, ya que `Ali para ti es como Aarón fue para Moisés, con la única diferencia de que tú eres el último Profeta”.

Y así fue como el nombre de Hussein fue elegido para el segundo hijo de Fátimah Zahra’ (P). El séptimo día de su llegada al mundo, su madre Zahra’ (P) sacrificó un cordero para cumplir con el aqiqah –ofrecimiento (costumbre recomendada en muchas narraciones islámicas para la salud del infante); después cortó el cabello de Hussein, lo pesó y la misma cantidad en plata la entregó como sadiqah –limosna.

HUSSEIN EN COMPAÑÍA DEL MENSAJERO DE DIOS (BPD)

Desde el día del nacimiento de Hussein Ibn `Ali (P), que tuvo lugar el cuarto año de la Hégira, hasta día en que murió su amado abuelo, el Mensajero del Islam (BPD), aproximadamente seis años y algunos meses después, los musulmanes, a través del afecto y amor que expresaba el Profeta (BPD) por Hussein (P), descubrieron la eminencia y grandeza de este tercer Imam.

Salmán el Farsi cuenta: “Ví un día que el Mensajero de Dios (BPD) sentó a Hussein en su regazo y mientras lo besaba decía: –Tú eres un eminente, hijo de un eminente y padre de los eminentes; tú eres un Imam, hijo de un Imam y padre de Imames; tú eres la prueba de Dios, hijo de la evidencia de Dios y padre de todas las evidencias del Todopoderoso que son nueve y la última de ellas, después de un período de estar ausente, se rebelará y terminará con la tiranía en el mundo –refiriéndose a Imam Mahdi (P)

Uns Ibn Malik narra: “Cierto día preguntaron al Mensajero de Dios (BPD) por quién de su familia sentía más afecto, a lo cual respondió: –Por Hasan y Hussein.”

En reiteradas ocasiones tomó a sus dos nietos en su regazo, besándolos y apretándolos fuertemente contra su pecho.

Abu Hurairah, que fue uno de los mercenarios y seguidores de Mu’awiyah, y enemigo de la familia de los purificados Imames declaró: “Vi al Mensajero de Dios (BPD) que sentaba a Hasan y Hussein sobre sus hombros mientras se me acercaba, entonces me dijo: Quién ame a éstos –refiriéndose a Hasan y Hussein– es como si me hubiese amado a mí, y quién sea su enemigo es como si se hubiese enemistado conmigo”.

La frase más eminente, pronunciada por el Enviado de Dios (BPD), que demuestra la relación espiritual y trascendente entre el Profeta (BPD) y Hussein (P) fue esta:

“Hussein es parte mía y yo soy parte de Hussein”.

HUSSEIN (P) EN COMPAÑÍA DE SU PADRE (P)

Los primeros seis años de su infancia los pasó junto a su honorable abuelo y después del fallecimiento del Profeta (BPD) vivió treinta años junto a su padre. Padre ejemplar, que no gobernó excepto con justicia, que no vivió excepto con pureza y devoción, que no vio, no deseó ni encontró a nadie excepto a Dios. Hombre al cual molestaron constantemente durante su magisterio, tal y como cuando le negaron su derecho al califato, época en la cual Imam Hussein (P) obedecía las ordenes de su padre. Durante los años que Imam `Ali (P) ocupó el califato, Hussein (P), al igual que su hermano Hasan (P), se preocupaba por lograr los objetivos del Islam, participando también en las guerras de Yamal, Siffin y Nahravan.

Fue así como Hussein Ibn `Ali (P) apoyaba a su padre, el Emir de los Creyentes, y a la religión de Dios; y en repetidas ocasiones protestó públicamente por la usurpación del califato.

Un día, durante el gobierno de `Umar, Imam Hussein (P) entró en la mezquita mientras que el segundo califa se encontraba dando un sermón sobre el púlpito que había pertenecido al Mensajero de Dios (BPD), entonces este honorable exclamó: “¡Baja del púlpito de mi padre…!

HUSSEIN (P) AL LADO DE SU HERMANO

Después del martirio de `Ali (P), por orden del Enviado de Dios y según el testamento del Emir de los Creyentes, `Ali Ibn Abi Talib (P), le fue transmitido el imamato y liderazgo de los musulmanes a su hijo mayor Hasan Ibn `Ali (P), siendo obligatorio y necesario para todos los musulmanes escuchar y obedecer las órdenes y mandatos de Imam Hasan (P). Imam Hussein (P), que había sido educado por el Mensajero del Islam (BPD) y por Imam `Ali (P), seguía el mismo camino que su hermano.

Cuando, por los intereses del Islam, la sociedad musulmana y por orden de Dios, Alabado sea, Imam Hasan (P) se vio obligado a pactar con Mu’awiyah y soportar todo tipo de inconveniencias; Hussein (P) sin rebelarse sufrió al igual que su hermano, ya que sabía que ese acuerdo se había realizado por el bien del Islam y de los musulmanes. Incluso un día que Mu’awiyah se encontraba frente a estos dos imames, comenzó a insultar a Imam Hasan (P) y a su valiente padre, entonces Hussein (P) se levantó para defenderlos, acallar las palabras que salían de la boca de Mu’awiyah y darle su merecido, pero Imam Hasan (P) le pidió que se calmara y guardara silencio. Hussein (P) aceptó y regresó a su lugar; entonces él mismo–Imam Hasan (P)– con una declaración elocuente y rotunda hizo callar a Mu’awiyah.

IMAM HUSSEIN (P) DURANTE EL GOBIERNO DE MU’AWIYAH

Después del fallecimiento del Imam Hasan (P), según lo dictado por el Mensajero de Dios (BPD), por `Ali Ibn Abi Talib (P) y lo especificado en el testamento de Imam Hasan Ibn `Ali (P), el imamato y liderazgo de los musulmanes pasó a manos de Imam Hussein (P) convirtiéndose en el representante de Dios para dirigir a la sociedad.

Imam Hussein (P) fue Imam por un período de diez años. Todos ellos, excepto los últimos 6 meses, coincidieron con el califato de Mu’awiyah. Imam Hussein (P) vivió bajo las más difíciles condiciones, sufriendo opresión y persecución.

Esto fue debido al hecho de que: Primero de todo, las leyes y regulaciones religiosas habían perdido mucho de su peso y crédito, y los edictos de los gobernantes Omeyas habían ganado total autoridad y poder. Segundo, Mu’awiyah y sus ayudantes usaron todos los medios posibles para apartar a los miembros de la Casa del Profeta y los seguidores shiítas y hacer que se olvidaran los nombres de ‘Alí (P) y su familia. Y sobre todo, Mu’awiyah deseó fortalecer las bases del califato de su hijo Yazid quien, debido a carecer de principios y escrúpulos, era rechazado por gran cantidad de musulmanes. Por ello, para sofocar toda oposición, Mu’awiyah tomó nuevas y más severas medidas.

Imam Hussein (P) veía como Mu’awiyah, respaldándose en el poder del gobierno islámico, que en forma ilegítima había obtenido, pretendía destruir los cimientos de la sociedad islámica y las leyes de Dios. Este Imam (P) sufría al ver el gobierno ficticio y destructivo que había creado Mu’awiyah, pero se encontraba imposibilitado para derrocarlo y tomar el poder en sus manos, hallándose en una situación similar a la que había soportado su hermano Hasan (P).

Imam Hussein (P) sabía perfectamente que si hacía pública su oposición y provocaba un cambio en la situación reinante, antes de que pudiese actuar lo matarían; por consiguiente, se vio obligado a callar y esperar, ya que con su muerte no se obtendría nada.

Mientras Mu’awiyah estuvo en vida, Imam Hussein (P), al igual que su hermano, se abstuvo de izar la bandera de la oposición, con la única diferencia de que a veces criticaba la situación, así como la forma de actuar y pensar de Mu’awiyah.

Cuando Mu’awiyah obligaba a la gente a realizar el juramento de fidelidad a su hijo Yazid, Hussein (P), por medio de sermones y cartas contundentes mostró su descontento, rechazando a Yazid como sucesor al califato.

Jurar fidelidad era una antigua tradición árabe que fue trasladada a asuntos importantes tales como el gobierno y el reinado. Aquellos que eran gobernados, y especialmente los más famosos entre ellos, debían darle la mano a su rey o príncipe en señal de acatamiento, fidelidad y obediencia, y de este modo mostrar su apoyo a sus actos. El disentir después de jurar fidelidad era considerado una desgracia y un deshonor para la persona, igual que romper un acuerdo después de haberlo firmado oficialmente era considerado un crimen. Siguiendo el ejemplo del Sagrado Profeta (BPD), la gente creía que tal juramento cuando se daba libremente, y no a la fuerza, implicaba autoridad y peso.

Mu’awiyah pidió a los notables de entre su gente que dieran su fidelidad a Yazid, pero no le impuso esta obligación al Imam Hussein (P). El le dijo de forma especial a Yazid en sus últimos deseos, que si Hussein (P) rehusaba prestar juramento de fidelidad, él debía pasarlo por alto y no darle importancia, pues había entendido perfectamente las consecuencias desastrosas que podría tener el asunto si se presionaba. Por ello Mu’awiyah no insistió en que el Imam realizara el juramento a Yazid, postura que continuó así hasta la muerte de Mu’awiyah.

Por fuerza y necesidad Imam Hussein (P) tuvo que soportar estos días y tolerar toda clase de agonías y aflicciones mentales y espirituales de Mu’awiyah y sus agentes, hasta que a mediados del año 60 d.H. Mu’awiyah murió y su hijo Yazid ocupó su lugar.

IMAM HUSSEIN (P) DURANTE EL GOBIERNO DE YAZID

Después del fallecimiento de Mu’awiyah, su hijo Yazid tomó la guía del gobierno islámico en sus manos llamándose a si mismo Emir de los Creyentes; quién, para estabilizar su ilegal y opresivo gobierno, decidió enviar mensajes a los célebres y personalidades musulmanes, invitándoles a que realizasen el juramento de fidelidad –bai’at– con él; para lo cual escribió una carta al gobernador de Medina en la que le ordenaba: “Haz que Hussein me preste el juramento, si se opone ¡mátalo!” El gobernador puso a Imam Hussein (P) al tanto de lo ordenado por Yazid y poco después recibió la contestación del Imam (P) que decía:

“Pertenecemos a Dios y regresaremos a Él”. Cuando alguien como Yazid (alcohólico, jugador, sin creencias y corrupto, que no se preocupa ni siquiera por la apariencia externa del Islam), gobierna al pueblo musulmán, tendremos que hacer sonar el toque de muerte para el Islam (ya que un dirigente como éste, utilizando la fuerza del Islam y bajo el nombre del Islam, terminará con el Islam)”.

Imam Hussein (P) sabía que si permanecía en Medina sin reconocer al gobierno de Yazid, lo matarían; por ello, para obedecer lo ordenado por Dios, una noche, aprovechando la oscuridad, salió de esta ciudad rumbo a La Meca. La noticia del arribo de Hussein (P) a La Meca y su negativa a prestar juramento a Yazid, se expandió rápidamente, llegando ésta a los oídos de la gente de Kufah. Los kufis, sin demora, invitaron a Hussein (P), que en esos momentos se encontraba en La Meca, que viniese a esa ciudad y los gobernara. El Imam (P) envió a su primo Muslim Ibn `Aqil para que estudiase de cerca la reacción de los kufis y lo pusiese al tanto de la situación.

Cuando Muslim llegó a Kufah, se encontró con una inesperada y calurosa bienvenida. Miles de gentes hicieron el juramento de lealtad con el representante del Imam (P), entonces, Muslim escribió a Imam Hussein (P) que consideraba necesario que inmediatamente partiese hacia allá.

No obstante el Imam (P) conocía perfectamente a los habitantes de Kufah. Desde la época del gobierno de su padre y de su hermano sabía de su infidelidad y alevosía. Sabía que no debía confiar en el juramento que éstos habían hecho y en lo que habían prometido a Muslim, pero para completar su misión y cumplir con lo ordenado por Dios, Loado sea, decidió dirigirse hacia la ciudad de Kufah.

A pesar de que hasta el octavo día de Dhul–Hayyah, día en que toda la gente que se encuentra en La Meca se prepara para dirigirse hacia la región de Mina y todo aquél que se encuentra en camino se apresura para llegar a La Meca, Imam Hussein (P) permaneció en esta santa ciudad. Cuando el Imam se enteró de que algunos seguidores de Yazid habían entrado en La Meca como peregrinos, con la misión de matarle durante los ritos de la peregrinación, con las armas que escondían bajo sus ropas, acortó los ritos de la peregrinación y en un día como éste, acompañado de su familia y seguidores, decidió partir en dirección a Irak, cumpliendo así con su deber y al mismo tiempo con este movimiento hizo saber a todos los musulmanes del mundo, que el hijo del último Profeta (BPD), no sólo no reconocía al gobierno de Yazid y le rehusaba realizar el juramento de fidelidad, sino que se rebelaba en contra del corrupto hijo de Mu’awiyah. El Imam (P) puso de pie en medio de la multitud y en un corto discurso, anunció su marcha a Irak. En su discurso también declaró que podría ser martirizado, llamó a los musulmanes a ayudarle en la conquista de los objetivos que tenía en mente y a ofrecer sus vidas en el camino de Dios.

El Imam Hussein (P) estaba decidido a no dar juramento de fidelidad a Yazid y era plenamente consciente que podía ser matado. El era consciente de que su muerte era inevitable, dando el terrible poder militar de los Omeyas, apoyados como estaban en la corrupción de ciertos sectores, el declinar espiritual y la carencia de verdadero deseo entre la gente, especialmente en Iraq. Algunos de los prominentes hombres de La Meca salieron al paso de Imam Hussein (P) y le previnieron del peligro que conllevaba la acción que estaba iniciando. Pero él les contestó que se negaba a dar juramento de fidelidad y aprobar un gobierno de injusticia y tiranía. Añadió que sabía que podía ser asesinado donde quiera que regresara o fuera. Y que abandonaba La Meca para proteger el respeto debido a la Casa de Dios y no permitir que este respecto fuera destruido, dejando que su sangre fuera derramada en ella.

Yazid, que se había enterado de la llegada de Muslim a Kufah y del juramento de lealtad que la gente de esta ciudad había hecho al Imam (P), envió a Ibn Ziyad (que era uno de los más corrompidos seguidores de Yazid y uno de los más sucios partidarios del gobierno Omeya, a la ciudad de Kufah.

Ibn Ziyad, utilizando la poca fe, la hipocresía y el miedo de la gente de Kufah, con intimidaciones y amenazas los apartó de Muslim. Este fiel compañero de Hussein (P) se enfrentó valientemente contra los agentes de Ibn Ziyad y finalmente fue martirizado como un valeroso guerrero (las bendiciones de Dios sean para él). Entonces –Ibn Ziyad–, incitó a la gente hipócrita y traicionera, así como a los incrédulos de Kufah, contra Imam Hussein (P), llegando al punto que aquéllos mismos que habían invitado al Imam (P) vistieran sus armas y esperaran la llegada de Hussein Ibn `Ali (P) para matarlo.

Desde la noche en que el Imam (P) salió de Medina y mientras estuvo en La Meca, y durante el tiempo que empleó en trasladarse de La Meca hacia Karbala, hasta el momento en que fue martirizado, a veces insinuaba y otras abiertamente decía: “El motivo de este movimiento es para denunciar al gobierno de Yazid que se manifiesta en contra del Islam y para ordenar el bien –Amri bil Ma’ruf– y rechazar el mal –Nahi az Munkar–, y terminar con la opresión, la crueldad y la injusticia. Mi propósito es proteger el Sagrado Corán y revivir la religión de Muhammad (BPD)”.

Esta era la tarea que Dios le había encargado y la cumpliría incluso si fuese necesario ofrecer su sangre, la de sus compañeros y la de sus hijos y familiares.

El Mensajero de Dios (BPD), así como Emir de los Creyentes `Ali Ibn Abi Talib (P) y Hasan Ibn `Ali (P), anteriores guías del Islam, habían predicho en repetidas ocasiones el martirio de Imam Hussein (P); inclusive el día de su nacimiento, el Profeta (BPD) habló de como sería martirizado, hasta él mismo, por el conocimiento (de lo oculto) que poseía como Imam, sabía que al final de ese viaje le esperaba el martirio. Sin embargo, él fue aquél quien al infortunio y a la calamidad los consideraba una generosidad de Dios, y al martirio la felicidad.

La noticia del martirio de Hussein en Karbala era tan conocida entre los musulmanes, que todos se mostraban temerosos por lo que sucedería al final de este viaje. Así fue como la emigración realizada por Hussein (P), con todos los infortunios y calamidades que tuvo que soportar, corroboró las opiniones generales acerca de su martirio. En el camino hacia Karbala dijo: “Aquél que esté listo para ofrecer su vida por el mismo motivo que yo ofrezco la mía, y esté preparado para encontrarse con su Señor, ¡que me acompañe!”

Fue por eso que algunos de sus seguidores trataron de disuadirlo, pues ignoraban que el hijo de `Ali Ibn Abi Talib (P), el Imam (P) y sucesor del Profeta (BPD), conocía perfectamente su deber y nunca desobedecería aquello que Dios le había encomendado.

Imam Hussein (P) a pesar de las muchas opiniones y presiones que le rodeaban, continuó su camino sin dudar en ningún momento respecto a la decisión que había tomado.

La partida del Imam no fue un acto apresurado y sin meditación. Un Imam Infalible no actúa de manera despreocupada e incauta. Por el contrario, el Imam sabia perfectamente cual era su destino y no estaba dispuesto a rechazarlo. Unas de las muestras de su conocimiento con respecto a la situación, es el hecho de haber dejado antes de marcharse a La Meca un escrito a Umm Salama, una de las esposas del Profeta (BPD), especificando que el Imamato después de su muerte le correspondía a su hijo ‘Ali Zain ul ‘Abidin.

LA MASACRE DE KARBALA

En el camino fue interceptado por Hurr al Riahi con un ejército de mil hombres. Hurr era un conocido y valiente militar. Habló con el Imam respetuosamente informándole que debía acompañarlo al sitio en el cual se encontraba Ibn Ziyad. Ellos continuaron su marcha hasta la costa del río Eufrates, donde el caballo del Imam se negó a continuar. El Imam Hussein (P) cambió de corcel nueve veces, pero ninguno quería marchar. Entonces preguntó: “¿Cómo se llama este lugar?” Le dijeron: “Ninawa”. Preguntó si tenía otro nombre, le contestaron: “Algaziria”. Volvió a preguntar por otro nombre y le dijeron: “Karbala”. Entonces desmontó diciendo: “¡Me refugio en Dios del infortunio y de la aflicción! Aquí nos detendremos. Aquí moriremos y éste será el albergue de nuestras tumbas. Mi abuelo me anunció que en este lugar hallaría el martirio”.

Su hermana Zainab, la hija de ‘Alí (P) y Fátimah (P), lloró diciéndole que él hablaba con total certeza de su muerte. Entonces Hussein (P) le dijo: “¡Oh, hermana mía! No permitas que Satanás juegue con tu mente. Todo aquél que tenga vida, morirá. Sólo permanecerá la Faz de Dios, y hacia Él será nuestro retorno. ¿Dónde están, acaso, mi abuelo, mi padre y mi hermano? Ellos fueron mejores que yo, superiores a mí”.

Tres días después, Ibn Ziyad le envía un mensaje ordenándole el sometimiento al gobierno de Yazid, a lo cual el Imam se negó. Entonces lo envía a sitiar con un gran ejército mil hombres, comandados por ‘Umar Ibn Sa’d, cuyo padre había sido uno de los primeros musulmanes.

Ellos cercaron el campamento del Imam y le bloquearon el acceso al agua, a fin que la sed los debilitase y atormentase. Durante los tres días de asedio no les permitieron tomar ni la menor provisión de agua, dejando padecer tanto a los hombres como a las mujeres y niños, la intensa sed de aquellos calurosos días en el desierto.

Durante 8 días permanecieron en este lugar, durante los cuales el sitio se estrechó y el ejército enemigo aumentó. Finalmente el Imam (P) con sus familiares y un pequeño grupo de compañeros, fueron rodeados por un ejército de treinta mil soldados.

Durante estos días, el Imam fortificó sus posiciones e hizo una selección final de sus compañeros. Durante la noche los llamó y en una corta charla les dijo que no había nada aguardándoles más que la muerte y el martirio, añadiendo que, puesto que el enemigo estaba interesado sólo en su persona, el les liberaba de todas sus obligaciones de manera que cualquiera que quisiera pudiese aprovechando la oscuridad de la noche, escapar y salvar su vida. Entonces, ordenó apagar las luces y la mayoría de sus compañeros, que le habían acompañado pensando en su propio beneficio, se dispersaron. Sólo permanecieron unos cuantos de aquellos que amaban la Verdad, unos cuarenta de sus ayudantes cercanos y algunos de los Bani Hasim.

Otra vez reunió el Imam a los que quedaban y los puso a prueba. Se dirigió a sus compañeros y a sus familiares Hashemitas, diciéndoles de nuevo que el enemigo estaba solamente interesado en su persona, cualquiera podía aprovechar la oscuridad de la noche y escapar del peligro. Pero esta vez los fieles compañeros del Imam (P) le respondieron, cada uno a su manera, que no se desviarían ni un instante del camino de la verdad, en el cual el Imam (P) era el líder y que jamás le dejarían solo. Que defenderían a sus familiares hasta la última gota de su sangre y tanto tiempo como pudieran sostener la espada.

Hurr, quien había sido comandante del enemigo, junto a su hijo se trasladó al ejército del Imam para alcanzar el martirio en el camino verdadero.

El noveno día del mes de Muharram, el Imam (P) recibió del enemigo el último reto para elegir entre “juramento” o “muerte”. El Imam (P) solicitó un plazo para la adoración durante la noche y determinó entrar en combate al día siguiente.

Al día siguiente, luego de la plegaria del alba, el Imam organizó sus tropas. Contaba con treinta y dos hombres a caballo y cuarenta a pie. Envió primero a Gurair Ibn Jusair para que les hablara y exhortara, pero no lo escucharon. Luego fue él mismo ante el ejército enemigo y disertó ante ellos. Les recordó sus derechos y su prestigio; les recordó que fueron ellos quienes lo llamaron y ahora lo traicionaban; les advirtió sobre la muerte y el castigo de Dios, y suplicó a Dios contra ellos. Les dijo:

“Analicen mi linaje y consideren quién soy yo. Luego obsérvense a vosotros mismos y recapaciten. Consideren cuál es vuestro derecho a matarme y a violar el honor de mis mujeres. ¿Acaso no soy el hijo de la hija del Profeta (BPD) e hijo de su primo y auténtico heredero, el primer hombre en creer en Dios y Su Profeta (BPD) conducido por su Señor? ¿Acaso no fue Hamzah el señor de los mártires, mi tío? ¿No han escuchado las palabras del Mensajero de Dios (BPD) concernientes a mi hermano y a mi cuando dijo: “Ellos son los señores de los jóvenes del Paraíso?” Ya sea que crean en lo que digo o no, hay entre vosotros quienes os pueden decir esto si les preguntan.

Preguntadle a Yabir Ibn ‘Abdul.lah Al Ansari, Abu Sa’id Al Judri, Salhl Ibn S’d Al Sa’idi, Zayd Ibn Arqam y Anas Ibn Malik lo que ellos han escuchado de las palabras del Mensajero de Dios (BPD) concernientes a mí y a mi hermano.

¿Eso no es suficiente como para impedir que derramen mi sangre?”

‘Umar Ibn Sa’d fue el primero en atacar, arrojando una flecha hacia la tienda en la que acampaba el Imam. La batalla comenzó, y debido a la notable cantidad de hombres en las filas del enemigo, los compañeros del Imam Hussein (P) comenzaron a ser martirizado. ‘Abbas Ibn ‘Alí hermano del Imam, fue asesinado mientras se esforzaba por traer agua para las mujeres y niños.

* * *

El décimo día de Muharram del año 61 d.-H. el Imam (P) se enfrentó al enemigo con su pequeño grupo de seguidores, compuesto por cuarenta de sus compañeros, unos treinta miembros del ejército enemigo que se habían unido a él durante la noche y el día de la batalla, y su familia los Bani Hashim, niños, hermanos, primos, sobrinos y sobrinas. Ese día lucharon desde la mañana hasta el último aliento y finalmente una flecha hirió su cabeza, luego otra le dio en el pecho y cayó. Entonces Shimr Ibn Dhi al Yawshan lo mató, cortó su cabeza y la colocó en la punta de la lanza para presentarla ante Ibn Sa’d. Los soldados después cabalgaron sobre los cuerpos de los mártires y apresaron a las mujeres. Sólo se salvó ‘Ali Zain ul ‘Abidin, hijo del Imam Hussein (P), quien sería el cuarto Imam.

‘Ali Zain ul ‘Abidin no pudo combatir por hallarse fuertemente enfermo. Su tía Zainab lo protegió cuando los soldados quisieron darle muerte en el momento que fueron a capturar a las mujeres.

Durante la batalla no solamente el Imam, sino también sus compañeros e hijos que cada uno de ellos brillaba como una luminosa estrella en el horizonte del Islam y con cuya sangre humedecieron la ardiente tierra de Karbala encontraron el martirio, para así hacer saber a la sociedad musulmana que Yazid –producto de una unión ilegítima de los Omeyas–, no era sucesor del Mensajero de Dios (BPD) y principalmente, que el Islam, no pertenecía a los Omeyas, ni los Omeyas eran parte del Islam.

En total murieron diecisiete hombres de la familia del Imam, todos de Bani Hashim. Fueron seis hijos del Emir de los Creyentes, tres hijos del Imam Hasan (P), dos hijos del Imam Hussein (P), dos hijos de ‘Abdul.lah Ibn Ya’far Ibn Abi Talib, tres hijos de Aquil Ibn Abi Talib y un nieto de Aquil (Ya’far y Aquil eran hermanos del Imam ‘Ali –P–). ‘Abdu.lah Ibn Ya’far era esposo de Zainab. Incluso mataron al hijo menor del Imam Hussein (P). ‘Ali al Asgar, de sólo seis meses de edad, mientas su padre lo tenía en brazos y preguntaba al enemigo por qué le negaban agua a una criatura inocente.

El Imam Hussein (P) fue martirizado después de la oración del mediodía. Cuando el Imam fue herido y estaba próximo a morir dijo:

“En el Nombre de Dios, por Dios y sobre la comunidad del Enviado. Dios mío, Tú sabes que ellos matan a un hombre al cual no se le iguala ninguno de los descendientes del Profeta (BPD). Tengo paciencia en lo que respecta a tu decreto, ¡oh, Señor! No hay divinidad excepto Tú. ¡Oh, Amado de los que imploran auxilio!”

EL LEVANTAMIENTO DE HUSSEIN (P)

A propósito, ¿han reflexionado alguna vez en que si el doloroso martirio y grandiosa epopeya de Hussein (P) no hubiese sucedido y los musulmanes hubiesen reconocido a Yazid como sucesor del Profeta(P), sin duda la gente hoy en día, cuando escuchase hablar acerca de la depravación de Yazid y sus representantes, odiaría el Islam!

Desde el momento en que los supervivientes de la matanza de Karbala –la mayoría de ellos familiares de Hussein (P)– fueron capturados, se encargaron de hacer saber a la gente el profundo mensaje de este martirio; y la historia nos cuenta que estas honorables personas, tanto en las ciudades como en los bazares, en las mezquitas y hasta en la corrompida corte de Ibn Ziyad –ministro de Yazid– e incluso en la misma corte de Yazid, en todas partes y en todo lugar hablaron, predicaron y clamaron para arrancar la máscara de los horribles rostros de los asalariados asesinos de los Omeyas para probar, en esta forma, que Yazid era un perverso y un alcohólico, que carecía de la capacidad de ser califa y dirigía un gobierno que no le pertenecía, siendo este movimiento el que completó el mensaje del martirio Husseini y el que provocó una tormenta en los corazones de la gente con respecto a Yazid, frustrando así sus diabólicas aspiraciones y dejando como resultado que el nombre de Yazid tomase un sinónimo de bajeza y perversidad.

Es necesario realizar un profundo análisis para poder comprender la filosofía de todas y cada una de las fases de este movimiento.

Desde que el Imam (P) fue martirizado hasta hoy en día, sus amigos y seguidores, así como a todos aquéllos que valoran los honores y grandeza del ser humano, cada año guardan luto el día del aniversario de su revolución y martirio recordándolo con dolor y gran pena, y se lamentan por lo sucedido en la “matanza de Karbala”.

Nuestros purificados Imames siempre tuvieron un especial interés en revivir el suceso de Karbala, además visitaban el sepulcro de Hussein (P), vestían de luto y repetidas veces hablaron del mérito que tiene entristecer y hacer duelo por él.

Abu `Amarah cuenta: “En cierta ocasión fui a visitar al sexto Imam, Imam Sadiq (P), quien me dijo: “Recita una elegía acerca del martirio de Hussein”. Yo recitaba y él lloraba y sollozaba tanto que sus lamentos se escuchaban hasta fuera de la casa. Después de que terminé de recitar, el Imam (P) me habló de la recompensa y superioridad que lleva aquél que hace llorar a la gente por Imam Hussein (P).

En otra ocasión Imam Sadiq (P) expresó: “No es recomendable llorar y perder la calma por ningún evento trágico a menos que sea por el martirio de Hussein Ibn `Ali (P), en cuyo caso obtendrá una gran recompensa y retribución.”

El quinto de los Imames, Baqir ul `Ulum (P), en una ocasión dijo a su gran compañero Muhammad Ibn Muslim: “Decid a mis Shi`ah que visiten el sepulcro de Hussein (P) ya que para cualquier creyente que reconozca nuestro Imamato es necesario que visite la tumba de Abu ‘Abdul.lah il– Hussein (P).”

Imam Sadiq (P) aseguró: “Aquél que visite a Hussein (P) obtendrá más recompensa que la que pudiese obtener por cualquier obra buena.”

Visitar la tumba de Hussein (P) enseña al mundo lo que significa la verdadera fe y lo que significa realizar una obra devota, y en verdad que al realizar este acto se obtiene un sentimiento de benevolencia, castidad y devoción en el alma.

Todo el luto que se guarde por Hussein Ibn `Ali (P), así como el respeto que se sienta al visitar su sepulcro y al recordar la tragedia de Karbala, contiene en sí un eminente valor; pero debemos ser conscientes de no limitarnos únicamente a estas visitas, sollozos y aflicción, sino que debemos aprender de todas estas demostraciones la filosofía de seguir una religión, la devoción y la obediencia de las leyes divinas, siendo éste su verdadero propósito. Así también nuestra gran necesidad de profundizar en el significado del término humanidad y aprender a vaciar nuestros corazones de todo aquello que no sea Dios, ya que, en caso contrario llegará al olvido el principal objetivo del martirio de Hussein (P).
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